jueves, 26 de septiembre de 2013

Aleluya

¡Por fin!


Hace días que quería escribir un nuevo post, pero con esto de que aún no tengo Internet en el piso es un verdadero rollo.

Este fin de semana pasado han estado mis padres en mi piso. Le han dado el visto bueno, se han paseado por Madrid y han venido a visitarme al trabajo. Ha sido un fin de semana verdaderamente reconfortante. Por fin me han podido traer toda mi ropa que me faltaba y además me han llenado el frigorífico de comida rica que yo aún no sé hacer.
Ha sido un fin de semana bonito pero también ha pasado demasiado rápido. 

El lunes se fueron bien temprano, y en ese momento me di cuenta que no sabes hasta qué punto echas de menos a tu familia hasta que te vas a vivir fuera. Ahí se iban ellos, de vuelta a Sevilla, con las maletas vacías y los ojos brillantes. Se fueron rápido porque a ellos tampoco les gustan las despedidas, y en la familia todo se hereda.

Se han ido, pero me han dejado el olor de casa en las sábanas y la colonia de mi padre es el nuevo ambientador del piso. 

Por fortuna, tengo a mi lado a una persona que sabe mimarme en los momentos más sensibles y sabe llenarme de felicidad. 


Gracias a él, y cómo no, gracias a los padres de mi alma





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